sábado, 11 de junio de 2011

LA GUERRA DE LOS SIETE AÑOS

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LA GUERRA DE LOS SIETE AÑOS (1756-1763):
La Guerra de los Siete Años (1756-1763) se produce, entre otras cosas, debido al deseo de Austria de controlar Silesia (región de Polonia) y sobretodo por las rivalidades coloniales entre Inglaterra y Francia en Norteamérica.
La reversión de alianzas domina la política europea después de la Paz de Aquisgrán y se materializa en la "revolución diplomática" de 1756. Inglaterra quería en el continente la garantía para Hannover, por lo que firma una convención con Rusia (1755) por la que a cambio de ayuda financiera, Rusia invadiría Prusia oriental, en caso de guerra prusiano-inglesa. Federico II de Prusia buscaba la renovación de la alianza con Francia, pero al conocer el tratado anglo-ruso, cambia de orientación y por el Tratado de Westmister garantiza Hannover a cambio de la garantía de Prusia frente a Rusia. Este tratado convierte en necesidad para Francia la alianza defensiva. Por su parte, la zarina Isabel, al conocer el Tratado de Westmister, estrecha lazos con Austria contra Prusia.


La inversión de alianzas impresionó a Europa, pues ponía fin a la rivalidad secular entre Austria y Francia, pero fue en Turquía donde más vivamente impresionó, ya que se consideró en peligro la amistad con Francia, máxime al comprobar que a la alianza con Austria le seguía el acercamiento a Rusia (1576), inquietud que aprovecha Prusia para aproximarse a Turquía y firmar un tratado de amistad con el Imperio Otomano (1761).
La crisis bélica estalla en 1757 es en principio una continuación de la de la Pragmática Sanción de 1713, pero en realidad, se trata de dos guerras simultáneas: entre Francia e Inglaterra en el mar, en las colonias y en Alemania del oeste; y entre Prusia y la coalición de sus enemigos en Alemania del este. En la India y en América del Norte los incidentes franco-ingleses menudeaban con ventaja más bien de Inglaterra, que en Europa pierde Menorca. Federico II ataca bruscamente venciendo a los Sajones en Pirna y rechaza a los austriacos, pero la campaña no consigue otra cosa que la ruptura con Francia (que en el Segundo Tratado de Versalles en 1757 convierte en ofensiva su alianza defensiva con Austria), la solidaridad del Imperio en su contra (que en la dieta veta la formación de contingentes reglamentarios) y que Suecia prometiera su apoyo a la coalición. Prusia, en cambio, sólo recibió dinero de Inglaterra, cuyo planteamiento en el continente se limitaba a la defensa de Hannover y a cierta cobertura renana. Hannover fue invadido por los franceses que vencen a los ingleses en Closterseven, pero Federico II los derrota en Crefeld y los rechaza hacia el Rhin.



Entre 1757 y 1763 se suceden seis campañas en Alemania oriental. La más movida fue la de 1757: los austriacos, franceses, suecos y rusos convergen sobre Prusia, cuyo rey derrota a los franco-austriacos en Rossbach; luego se dirige a Silesia y vence a Carlos de Lorena en Leuthen. En los años siguientes la situación se aclara al limitarse los franceses a actuar en el oeste y al no entrañar peligro el ejército de los círculos imperiales y el sueco. A Federico II sólo le preocupan los rusos (a los que vence en Zorndorf en 1758), y a los austriacos (que le derrotan en Hochkirck): los tres se enfrentan en Kunersdorf, la batalla más dura de la guerra, y el prusiano sale vencido.
Mientras proseguía la guerra franco-británica, los intentos negociadores no dieron resultado. España vuelve a la alianza francesa (Tercer Pacto de Familia en 1761), pero a la muerte de la zarina Isabel sin descendencia directa, le sucede Pedro de Holstein, admirador de Federico II con quien hace la paz en 1762 y abandona los territorios conquistados. Acto seguido el prusiano hace la paz con Suecia que le devuelve la Pomerania. Catalina II, esposa del zar Pedro, lo depone y proclama la neutralidad de su imperio. Prusianos y austriacos quedaron solos. Federico II los había vencido en Berkersdorf (1761), pero privado de los subsidios ingleses no tiene más remedio que pactar: La Paz de Hubersburgo (1763) le reconocía la posesión de Silesia a cambio de su voto en la elección imperial para José, hijo de Maria Teresa de Austria.







JORGE III DE INGLATERRA

Rey de Gran Bretaña e Irlanda y de Hannover (Londres, 1738 - Windsor, 1820).En 1760 sucedió a su abuelo, Jorge II como rey de Gran Bretaña e Irlanda y como elector del Estado alemán de Hannover, que daba nombre a la familia. El joven e inexperto rey orientó su política hacia el reforzamiento de las prerrogativas de la Corona, aprovechando las divisiones en el seno del partido Whig y empleando la corrupción, el patronazgo y el fraude electoral para hacerse con un grupo de partidarios que controlaran el Parlamento y gobernar personalmente.


Así, se deshizo de una personalidad política de peso, como era el viejo Pitt, para poner en su lugar a personajes de su confianza y más manejables, como Bute, primero, y Lord North, después. No obstante, la desaparición del control parlamentario fue suplida por activas campañas de prensa de la oposición, en las que se criticaron los errores y abusos del monarca; de hecho sólo fue un rey popular en provincias, en donde se apreciaban su sencillez y sus aficiones agrícolas, mientras que era despreciado por la alta sociedad londinense y odiado por las clases populares urbanas.
Jorge III empezó su política exterior firmando apresuradamente la paz con Francia en la Guerra de los Siete Años (1756-63), sin contar con el parecer de su aliada Prusia; la oposición le acusó en aquella ocasión de no haber sacado el partido suficiente de la victoria. Más tarde hubo de enfrentarse al descontento de los colonos norteamericanos, asunto que llevó torpemente, haciendo aumentar la presión fiscal a despecho de las libertades tradicionales de las Trece Colonias. Su obstinación condujo a la Declaración de Independencia, justificada según los rebeldes por la tiranía del rey (1776). Tras una larga guerra hubo de reconocer la independencia de los Estados Unidos de América por el Tratado de Versalles (1783).



Este último tropiezo pareció poner fin al gobierno personal de Jorge III, que en adelante dejó los asuntos en manos de Pitt el Joven, que fue quien se encargó de dirigir la política británica durante la difícil época de las guerras contra la Francia de la Revolución y de Napoleón. En 1801 recuperó parcialmente el protagonismo político, deponiendo a Pitt cuando éste se empeñó en que el rey sancionara la emancipación legal de los católicos.
Afectado por una enfermedad mental que ya le había trastornado en 1765 y en 1788-89, el rey quedó completamente enajenado en 1810. Desde 1811 hasta su muerte vivió retirado en el castillo de Windsor, mientras ejercía la regencia su hijo y heredero, el futuro Jorge IV. Durante las guerras napoleónicas perdió sus estados alemanes, que recuperó tras la derrota francesa en 1814, pero ya con el título de rey de Hannover y no meramente de elector.

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PROTAGONISTAS
- El Reino de Prusia tiene a su frente a uno de los pesos pesados de la época. Federico II, apodado el Grande. Filósofo, músico, administrador eficaz, orgulloso y diestro, convirtió a Prusia en una Gran Potencia.

- Gran Bretaña conocería en este periodo a dos reyes. Primero, Jorge II, amante reincidente, se enfrentó a rebeliones en el seno del país, pero su desinterés por el gobierno contribuyó a la decadencia del poder real.

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