viernes, 14 de enero de 2011

LA CAÌDA DEL MURO DE BERLÌN

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El 9 de Noviembre de 1989 es una fecha que ha quedado grabada en la historia. Ese día se anunció oficialmente, en conferencia de prensa, que a partir de la medianoche los alemanes del este podrían cruzar cualquiera de las fronteras de Alemania Democrática (RDA), incluido el Muro de Berlín, sin necesidad de contar con permisos especiales. De inmediato se corrió la voz en ambas partes de la ciudad dividida y mucho antes de la medianoche miles de expectantes berlineses se habían congregado a ambos lados del muro. En el momento esperado, los berlineses del Este, a pie o en automóvil, comenzaron a pasar sin mayor dificultad por el puesto de control. Abundaron las escenas llenas de emoción: abrazos de familiares y amigos que habían estado separados por mucho tiempo, crisis de llanto, rostros que reflejaban incredulidad, brindis con Champagne o cerveza, regalos de bienvenida a los visitantes, flores en los parabrisas de los autos que cruzaban la frontera y en los rifles de los soldados que custodiaban los puestos de vigilancia. A esta primera reacción seguirían otras de carácter político y económico.
Muchos de los visitantes se dirigieron a los barrios elegantes de Berlín Occidental para celebrar su recién adquirida libertad, mientras que miles de berlineses prefirieron escalar el muro y, en muchos casos, armados de cuerdas, picos y cinceles, comenzaron a hacer realidad su sueño de muchos años, el derrumbamiento del muro de Berlín.

ANTECEDENTES
No debe de pensarse que este acontecimiento histórico ocurrió espontáneamente. Muy al contrario, tiene sus antecedentes en innumerables hechos de la vida cotidiana alemana, así como de la política internacional.
En primer lugar, en Alemania Democrática las organizaciones de oposición como Nuevo Foro, Partido Socialdemócrata y Alternativa Democrática se fortalecían a ritmo acelerado, tanto por el creciente número de sus simpatizantes, como por su habilidad para hacer oír su voz en todos los ámbitos del país, esto significaba una activa participación política de los ciudadanos y, por tanto, constantes demandas de cambios democráticos a los que el gobierno ya no podía prestar oídos sordos.
Así, en los primeros días de Noviembre de 1989 ocurrieron manifestaciones masivas y pacificas en ciudades como Berlín del Este, Leipzig, Dresden y Halle en que miles de alemanes alzaron su voz para exigir la dimisión de todo el gabinete en el poder, así como la celebración de elecciones libres y otras reformas.
Por otra parte, los intentos de huir a la República Democrática Alemana, que habían ocurrido desde el momento mismo en que Alemania quedó dividida, a últimas fechas se habían incrementado a un ritmo vertiginoso.
El 2 de mayo de 1989 los soldados húngaros comenzaron a desmantelar las barreras en la frontera con Austria, lo que constituyó la primera apertura al mundo occidental. Los principales beneficiarios fueron los Alemanes del Este, que de pronto podían pasar al mundo occidental a través de Hungría y Austria.
A medida que miles de alemanes del este se internaban en territorio húngaro, se incrementaron las tensiones entre los dos países. El gobierno de Berlín del este exigió a Budapest enviar de regreso a los refugiados, pero los húngaros se negaron y fue así como en tan sólo tres días, a principios de septiembre, 15,000 alemanes del Este pasaron a Alemania Federal. La respuesta del gobierno alemán del Este fue prohibir el paso a Hungría, pero esto solo sirvió para que los alemanes que buscaban escapar se refugiaran en la embajada de Alemania Federal en Checoslovaquia.
Para octubre de 1989 se vio que la revolución en Alemania Democrática era inminente. Comenzó con las marchas en pro de la libertad celebradas en Leipzig. El 9 de Octubre el jefe del partido Comunista ordenó usar toda la fuerza militar disponible para aniquilar las manifestaciones, pero Egon Krenz, el entonces jefe de seguridad, lo convenció de que retirara la orden. Nada impidió que semana tras semana aumentara el número de manifestantes. El 23 de Octubre fueron alrededor de 200,000, y para el 6 de noviembre llegaban a 480,000. Las marchas siempre pacíficas se generalizaron por toda Alemania Democrática.
Mijail Gorbachov, Primer Ministro Soviético, fue la pieza clave que evitó el derramamiento de sangre. En su visita del 7 de Octubre a Berlín del este, Gorbachov advirtió a los dirigentes que no contarían con el apoyo soviético si usaban la fuerza para reprimir las manifestaciones. Once días después Erick Honecker, Primer Ministro de Alemania Comunista, fue despojado de todos sus cargos y lo sustituyó Egon Krenz, quien de inmediato trató de apaciguar a los manifestantes.
El 27 de Octubre, Krenz promulgó una amnistía para los refugiados invitándolos a regresar al país. Sin embargo, el 3 de Noviembre la RDA autorizó nuevamente a sus ciudadanos a viajar a Checoslovaquia, lo que fue aprovechado por varios miles de ciudadanos para refugiarse en la embajada de Alemania Federal en Praga.
Ante los éxodos masivos y proliferación de manifestaciones de protesta contra el régimen, el día 7 de Noviembre renuncia todo el consejo de ministros, el organismo que regía el destino de la RDA. Dos días después, la frontera que separaba a las dos Alemanias, al igual que el muro de Berlín, pierden su significado, de modo que ya no es necesario rodear a través de otros países como Checoslovaquia, Hungría y Austria.
El movimiento revolucionario de la República Democrática Alemana no fue un fenómeno aislado. Todos los países del bloque socialista experimentaron cambios radicales en un plazo relativamente corto




            POLONIA

Con una larga serie de huelgas contra el gobierno y con un sindicato de los trabajadores, Solidaridad, reconocido en 1980, Polonia fue de los primeros países comunistas que pusieron a prueba la nueva política revisionista de Moscú. A principios de 1989, el dirigente del partido Comunista polaco Wojciech Jaruzelski, señaló la necesidad de efectuar cambios radicales en el país si se deseaba salvar la economía nacional, que por años había sido dañada por paros laborales, inflación, deuda externa, recortes presupuestarios y una moneda casi desprovista de valor. El sindicato Solidaridad había sido suprimido desde hacía siete años y muchos de sus dirigentes se encontraban en la cárcel o permanecían ocultos.
Lech Walesa y otros dirigentes de Solidaridad sostuvieron pláticas con el gobierno polaco, en las que negociaron la legislación del sindicato, diversos cambios a la constitución y elecciones libres. Acto seguido, Solidaridad se convirtió en partido político de auténtica oposición. En las elecciones de julio el recién formado partido ganó casi todos los escaños del senado y la cámara baja, y en agosto Tadeuz Mazowiecki, el editor del periódico semanal de solidaridad, se convirtió en primer ministro de Polonia, el primer dirigente de Europa Oriental que no profesaba la idea comunista.
A principios de 1990 se adoptaron importantes medidas liberalizadoras. En política, se instituyó la independencia del poder judicial y se aprobó un proyecto de enmienda a la constitución para elegir al presidente por votación popular; Esta culminó en la elección de Lech Walesa como máximo dirigente de Polonia.
En el ámbito económico, se implantaron programas para instaurar una economía de mercado, controlar la inflación y reformar los sistemas bancario y fiscal, y eliminar progresivamente los controles de precios y los monopolios estatales.

            HUNGRÍA

En 1956 se produjo un levantamiento contra la régimen estalinista que imperaba en el país. Las tropas soviéticas suprimieron la manifestación matando a miles de manifestantes. Dos años después, el primer ministro Húngaro, Imre Náry, fue ejecutado junto con varios de sus ministros. Como compensación, Moscú permitió grandes libertades a Hungría en el terreno económico, lo que produjo gran prosperidad temporal.
En 1972 ocurrieron varias manifestaciones para protestar contra la represión y para conmemorar los hechos trágicos de 1956. Sin embargo, no es sino hasta 1988 cuando es derrocado el primer ministro János Kádar. Su lugar lo ocupó el reformador moderado Karoly Grosz. Un año después, la nueva política de Mijail Gorbachov permitió la formación de partidos políticos de oposición.
A principios de mayo de 1989, el gobierno ordenó al ejército que comenzara a desmantelar la alambrada que marcaba la frontera con Austria. El 10 de junio el Partido Comunista Húngaro y la oposición firmaron un acuerdo que marcó la transición de Hungría hacia la democracia multipartidista.
En 1990 se adoptaron medidas que consolidaban el proceso liberalizador. En el aspecto político, se aprobó una nueva Constitución que permitía el pluralismo y la democracia parlamentaria, así como las elecciones libres tanto de parlamento y de presidente.
En el terreno económico se ha reducido la intervención estatal, las empresas estatales han sido privatizadas, se estableció un mercado de valores y se abrieron las puertas a la competencia internacional y a la inversión extranjera. En el plano social se permite la libertad de ideologías y de religión.

            CHECOSLOVAQUIA

Este país daba la impresión de ser el más fiel al sistema comunista. Sin embargo el 21 de agosto de 1989 miles de manifestantes se lanzaron a la calle en el vigésimo aniversario de la invasión a Checoslovaquia por tropas del Pacto de Varsovia. A mediados de noviembre se formó una asamblea de estudiantes que marchó sobre la plaza Wenceslao para manifestar su descontento por el sistema imperante. La policía antimotines los atacó brutalmente pero durante los siguientes días miles de ciudadanos se reunieron en la misma plaza para protestar por la represión y para exigir elecciones libres y la destitución del presidente. A pesar de ser manifestaciones pacíficas, tuvieron la firmeza suficiente para provocar el derrocamiento de sus dirigentes. El Partido Comunista tuvo que ceder el poder a una mayoría no comunista. En el nuevo gabinete formado en diciembre, había 11 representantes que no profesaban el comunismo. Además se legalizó la formación de partidos de oposición.

            RUMANIA

Desde 1972 el presidente Nicolae Ceaucescu había gobernado con mano de hierro, según los lineamientos estalinistas. No toleraba disensiones de los ciudadanos ni diferencias de opinión dentro del Partido. Además muchos de sus familiares, incluida su esposa y su hijo, ocupaban puestos clave en el gobierno.
A mediados de diciembre de1989 se registraron manifestaciones de protesta contra el gobierno tiránico de Ceaucescu. El presidente de Rumania fue el único dirigente del bloque socialista que no dudó ni por un momento en usar la fuerza para contener las manifestaciones.
A pesar de la orden explicita de disparar en un primer enfrentamiento, los soldados se negaron a hacerlo, e incluso muchos de ellos cambiaron de bando y se unieron a los manifestantes. Ante lo que parecía una victoria del pueblo, los rumanos se lanzaron a las calles para celebrar el triunfo y en los medios de difusión se anunciaba la caída del tirano. Sin embargo, las fuerzas que se mantenían fieles al gobierno emprendieron el 21 de Diciembre una sangrienta represión en Bucarest y otras ciudades rumanas. Esa masacre encendió los ánimos de todo el pueblo rumano que contaba con el apoyo del ejército. La guerra civil continuó por algunos días hasta que el día 23 de Diciembre el Presidente y su esposa fueron aprendidos, acusados de abuso de autoridad y del asesinato de 60,000 rumanos. Dos días después fueron ejecutados. Asumió el poder como gobierno interino el Frente de Salvación Nacional, constituido por antiguos comunistas que se habían opuesto a Ceaucescu y por profesionales e intelectuales disidentes.

            LA UNION SOVIETICA        

No es difícil darse cuenta de que todos estos cambios vertiginosos tienen su origen en las reformas introducidas por Mijail Gorbachov, quien fue considerado el hombre de la década de los 80 a causa de los profundos cambios que promovió.
Cuando Gorbachov fue designado secretario general del Partido Comunista en 1985, el país se encontraba sumido en una profunda crisis política y económica. La crisis política obedecía al descontento general por el gobierno autoritario y represivo del Partido Comunista. Con el fin de aliviar estos males, Gorbachov puso en práctica una serie de reformas conocidas como "glasnost" que significa transparencia y "perestroika" reestructuración y apertura, cuyos resultados, si bien ambiguos, crearon sorpresa en todo el mundo y un sentimiento de confianza en su gobierno entre los ciudadanos soviéticos.
Como parte de la apertura política, aumentó la tolerancia de credo y pensamiento, se permitió a los medios de publicidad divulgar los acontecimientos tanto a nivel nacional como internacional, se liberaron presos políticos como el disidente Andrei Sajarov, y se alentó la creatividad e iniciativa del individuo. Los efectos de esta apertura fueron en algunos casos tan graves como la publicación de estadísticas que pusieron de manifiesto los grandes males el país (alcoholismo, prostitución, alarmantes tasas de mortalidad infantil, escasas cosechas, etc.), y entre otros, tan positivos como la auto revisión del sistema, la libertad de expresión, la reimpresión de autores prohibidos durante mucho tiempo, la reinstauración de los derechos humanos, el regreso de emigrantes y refugiados al país, el apoyo a las expresiones artísticas, etc.
De las consecuencias graves para la Unión Soviética, debe señalarse el surgimiento de movimientos nacionalistas e independentistas de las repúblicas soviéticas del Báltico y del Medio Oriente, un problema al que Mijail Gorbachov tuvo que enfrentarse con firmeza pero sin recurrir a la violencia.
            La reestructuración económica tenía la finalidad de propiciar la participación individual en el proceso de producción, así como de modernizar los sistemas. Entre muchas otras medidas, Gorbachov redujo las restricciones a la pequeña empresa e introdujo el principio de las utilidades como principal impulso para las industrias estatales, concedió mayor independencia a los directivos de fábricas y granjas, instituyó que dichos directivos fueran elegidos por los trabajadores y que las empresas estatales invirtieran sus utilidades en la generación de otras operaciones. Asimismo, introdujo leyes para agilizar el crédito y el financiamiento y fomentar la investigación tecnológica.
En el plano internacional, Gorbachov puso todo de su parte para terminar con la carrera armamentista y ordenó en febrero de 1989 el retiro de las tropas soviéticas que ocupaban Afganistán. Además, permitió libertades nunca antes imaginadas a los países del bloque socialista e instó a sus dirigentes a introducir cambios en su política interna. Uno tras otro cayeron los gobiernos autoritarios de Polonia, Hungría, Alemania Democrática, Checoslovaquia, Bulgaria y Rumania.

           EL "NUEVO PENSAMIENTO POLÍTICO" DE GORBACHOV

Mijail Gorbachov fue nombrado Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética el 11 de marzo de 1985. La situación a la que se enfrentaba el nuevo líder del Kremlin era en general lamentable: tras largos años de estancamiento, la economía se hallaba al borde de la bancarrota y la sociedad soviética se encontraba inmersa en una verdadera crisis moral caracterizada por la falta de compromiso ideológico y el escepticismo general. Era imposible que la URSS mantuviera por más tiempo la ficción de "paridad" con los EE.UU.
El desafío de Ronald Reagan, Presidente de EE.UU. y su Iniciativa de Defensa Estratégica había hecho conscientes a los dirigentes soviéticos de sus posibilidades reales de hacer frente a la competencia tecnológica y militar de EE.UU. Con un gasto de defensa que, según las fuentes, oscilaba entre el 16 y el 28% de su presupuesto, la URSS necesitaba urgentemente reducir sus gasto militar y enfocar sus inversiones a paliar sus múltiples carencias y deficiencias de la economía soviética. Para Gorbachov la necesidad de un acercamiento a los EE.UU. era evidente y urgente.
La reforma en la política exterior llegó antes que la perestroika (reestructuración) o la glasnost (transparencia) en la política interna. En julio de 1985, el sempiterno ministro de asuntos exteriores soviético Andrei Gromiko fue sustituido por Eduard Shevarnadze.
En octubre, el telegénico Gorbachov iniciaba lo que algunos denominaron una "ofensiva de encanto" visitando diversas capitales occidentales. En su primer encuentro con el presidente Reagan en Ginebra en noviembre de 1985, el líder soviético planteó la necesidad de la distensión y de la reducción de armamentos nucleares.
La postura de Gorbachov iba más allá de un mero repliegue táctico. Consciente de la imposibilidad de conjugar  la guerra fría y la solución de los graves problemas que aquejaban a la economía y la sociedad rusa, el líder soviético, mediante su principal consejero en política internacional, Dobrinin, proclamó en el XXVII Congreso del PCUS en 1986 lo que denominó un "nuevo pensamiento político" (Novy Myshlenie): el nuevo mundo se caracterizaba por la "interdependencia global", en adelante, había que olvidarse de la lógica de la guerra fría y buscar la cooperación y el consenso en la dirección de las relaciones internacionales. Se trataba de buscar "una acción recíproca, constructiva y creador al mismo tiempo (...) para impedir la catástrofe nuclear y para que la civilización pueda sobrevivir".
La URSS se preparaba para un gran repliegue, tanto en su competencia con los EE.UU. como en los compromisos internacionales que había ido adquiriendo a lo largo de la guerra fría. La tendencia apuntada por  Gorbachov desde el inicio de su mandato se vio acrecentada por una serie de acontecimientos que hicieron absolutamente evidente la necesidad de reformas:
La catástrofe nuclear de Chernobil en Ucrania el 26 de abril de 1986 provocó un escape radioactivo doscientas veces superior al de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, según fuentes de la Organización Mundial de la Salud, y obligó a la evacuación de más de medio millón de personas. Chernobil incrementó la conciencia general de las carencias y limitaciones del sistema económico soviético.
El fracaso y la incompetencia del, en otros tiempos, poderoso ejército soviético se veía corroborado en la guerra de Afganistán. La desmoralización que provocaba el "Vietnam soviético" fue acrecentada por episodios rocambolescos como el aterrizaje en la Plaza Roja de Moscú de un joven adolescente alemán, Mathias Rust, en mayo de 1987 sin que la defensa aérea soviética fuera capaz de evitarlo.
Estos ejemplos de crisis y decadencia tuvieron una resonancia multiplicada en la opinión pública soviética por la nueva política de glasnost (transparencia) impulsada por Gorbachov.

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