lunes, 4 de abril de 2011

BATALLA DE LAS TERMOPILAS ( 480 a.c)

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Los hombres podrán cansarse de comer, de beber e incluso de hacer el amor; pero no de hacer la guerra

Aquella famosa batalla se ha convertido con el paso del tiempo en casi una leyenda; en el valor y el coraje por defender su libertad ante una fuerza invasora muy superior en números. 300, el número de espartanos que al frente de un grupo de otros 5.000 griegos llegados de otras ciudades, hubieron de enfrentarse a un ejército de más de 250.000 persas, comandados por Jerjes I, el dios de dioses, como era conocido entre su pueblo.
Parecía una misión imposible, pero los espartanos eran famosos por su habilidad técnica y su valor en el combate. Leónidas, su rey, planteó la batalla en el mejor lugar posible: el paso de las Termópilas, un angosto desfiladero que separa al Sur del Norte de Grecia. Corría el año 480 a.C. 11 de Agosto.
Jerjes I
pretendía expandir su imperio, invadiendo Grecia, por aquel entonces dividida en numerosas polis. Sus arqueros eran temibles, y de ellos, Heródoto decía que “sus flechas cubrían el Sol”. La victoria parecía fácil, pero tras cuatro días de asedio, los 300 espartanos no se retiraban. Apostados en el paso no retrocedían, y frente a ellos, los soldados persas caían a centenares. Las bajas griegas eran mínimas. Desesperado e impaciente, Jerjes I acudió a sus “10.000 inmortales”, soldados de élites conocidos así porque cada vez que caía uno, otro se incorporaba al grupo, de modo que siempre había ese número de soldados. Aún así, la batalla permaneció inalterable, y Leónidas y sus espartanos seguía aguantando el envite.

Hubo de ser un griego, Efialtes, el que traicionara a su pueblo, mostrando a Jerjes I un paso alternativo que sirvió para rodear a las tropas griegas. Atacado por dos frentes, Leónidas se dio cuenta de su derrota. Allí, en el paso de las Termópilas sólo los 300 espartanos quedaron al frente, mientras el resto de los griegos provenientes de otars ciudades se marcharon. El rey Leónidas, recordando al Oráculo al cual había consultado antes de la batalla, ofreció la posiblidad de marcharse por mar hasta Atenas o bien morir con ellos, pues le habían predicho que o bien Esparta sería devastada por los Bárbaros o bien su rey moriría. Entregando su vida en el frente para evitar la devastación de su ciudad, Leónidas escribió:



Mirad, habitantes de la extensa Esparta, o bien vuestra poderosa y eximia ciudad es arrasada por los descendientes de Perseo, o no lo es;
pero, en ese caso, la tierra de Lacedemón llorará la muerte de un rey de la estirpe de Heracles.
Pues al invasor no lo detendrá la fuerza de los toros o de los leones, ya que posee la fuerza de Zeus.
Proclamo, en fin, que no se detendrá hasta haber devorado a una u otro hasta los huesos.

Leónidas y sus 300 espartanos murieron poco después en aquel pequeño desfiladero, pero su muerte sirvió para que Atenas, Micenas y otras ciudades griegas finalmente se unieran y decidieran ir la guerra contra Persia, a la que finalmente detuvieron.


En los siguientes videos veras de manera didàctica lo que fue la Batalla de las Termòpilas



                     

                      

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